Había sido una noche como cualquier otra: apuestas, bebidas, peleas y mujeres. La lluvia que descansaba sobre sus hombros era también como cualquier otra: fría y pegajosa. La casa donde se resguardaron era una entre tantas, como cualquier otra: sobria, sencilla y humilde. Y la situación, el juego de miradas, las frases inacabadas. La misma escena de tantas otras noches. Una noche como cualquier otra.
Esa precisa noche, entre tantas otras, había jugado, pero no recordaba cuánto había perdido. Había bebido, pero la embriaguez lo había abandonado de golpe hacía ya tiempo. Había luchado, pero los moratones no palpitaban ni dolían, como los de otras noches. El agua sobre sus hombros parecía cálida, en consonancia con el resto de su cuerpo, aunque la habitación permaneciera aún fría.
Y el interior de la casa brillaba de manera antinatural.
domingo, 13 de octubre de 2013
miércoles, 29 de mayo de 2013
El bardo que solo a la luna llena cantaba
Su hogar siempre fue el camino.
Sus padres pertenecían a una troupe
itinerante de artistas que formaban una gran familia. Nunca había conocido el
calor de una casa, ni la amistad duradera, pues no permanecían en un mismo
lugar más de una semana. En carromatos, visitaban pueblos a lo largo y ancho de
Inglaterra y ofrecían sus espectáculos. Tenían un mecenas noble que le servía
de acreditación para actuar por todo el país, pero aún así no gozaban de buena
reputación. Se dedicaban a actuar en espectáculos sobre obras clásicas, en
tocar en tabernas y fiestas populares, pero seguían cargando sobre sus hombros
la inmerecida mala fama de liantes y estafadores que muchos falsos músicos
itinerantes le habían otorgado.
viernes, 22 de febrero de 2013
La cama de los horrores
Con el corazón encendido en miedo, se introdujo entre las sábanas. Miedo, no a dormir y olvidar, sino a despertar. Miedo a cerrar los ojos y dejar de soñar.
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