miércoles, 7 de diciembre de 2011

Memoria caprichosa

Es curioso cómo funciona la memoria. Puedes llevar días, meses y años pasando por un mismo lugar y realizando sistemáticamente la mismas tareas, sin que esta rutina despierte en ti ningún recuerdo concreto.

Podríamos pensar que nuestra memoria es una cámara que todo graba y que va olvidando cosas, quizá al azar. Podríamos, pero nos equivocaríamos. Nuestra mente, en su asombrosa inteligencia, impregna a cada recuerdo los sentimientos que en su día vivimos con él. En un mundo en el que percibir lo que te rodea es vital para la existencia, ésta es una estrategia perfecta de catalogación. Lo aprendido e importante, lo que se le ha dado relevancia relativa con nuestros sentidos, perdura, lo demás se desecha.

Y aquí me tienes ahora, con los recuerdos traslocados, sonriendo tontamente. Porque acabo de subirme en el mismo autobús que llevo años tomando. Acabo de recorrer las mismas calles que he visto durante casi una década. Me he bajado donde siempre, en la última parada, en tan característico lugar. Me rodean siglos de historia, iconos célebres de la ciudad, pero sólo puedo acordarme de algo. Un ínfimo detalle en comparación con todo lo que aquí ha pasado o pasará. Un recuerdo grabado en la millonésima vez que mis ojos ven aquel lugar. Un recuerdo que, tras años de imágenes memorizadas y borradas, se acaba de grabar en mi mente, apenas unos días atrás. Estoy en la última parada de la misma línea de siempre y no puedo acordarme de más nada, salvo de ti.

Qué caprichosa es la memoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te ha parecido el texto?